miércoles, 16 de junio de 2010

Desorden no es mugre

La gente que viene a mi casa (bue, micro-mono-medio ambiente en un barrio no precisamente encumbrado) se sorprende a veces a ver que dejo las cosas donde la gravedad lo decide. Generalmente es en el piso, pero bien podrían ser la cama, la silla, etc. Y generalmente opinan algo así como "cuándo vas a limpiar ésto".

Mi depto no está sucio, yo no soy sucio y si me apuran un poco, hasta diría que mi tolerancia a la mugre es más bien baja. Es una pregunta digna de psicólogo, por qué una cosa está asociada a la otra cuando no necesariamente es así.

Y en cuanto a por qué dejo todo así como cae, es simplemente por que para mí es más fácil buscar algo que encontrarlo. Más o menos es así. Imaginemos que tengo un libro. Generalmente mi único momento en el día para la lectura tranquila es cuando terminé todo y me voy a dormir, o sea, a la noche y en la cama. Entones agarro el libro, y cuando me duermo, no lo voy a llevar de nuevo a un estante. Lo dejo abajo de la cama y listo, al otro día sé que ahí va a estar. Y si por alguna razón se movió 10 centímetros, siempre está a un manotazo de distancia. Vamos al caso opuesto. En medio de la noche y ya semi dormido, lo dejo prolijamente en una estantería, junto a otros libros igual de bien acomodados que él. ¿Qué posibilidad hay de que yo al otro día, me acuerde qué estaba leyendo, dónde lo dejé y que me levante a buscarlo?

Lo peor es que cada tanto junto todo en una bolsa, digamos, la saco fuera del cuarto y limpio. Y me gusta limpiar, tengo el piso encerado, la manija de la puerta desinfectada (bueno sí soy un poquito obsesivo, creo que ya lo dije), a veces prendo un sahumerio si quedó mal olor de alguna actividad previa (hacer churrascos), entonces no entiendo esta injusticia cometida contra mi buen nombre y olor.

Y al que no le gusta, que se vaya.

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