martes, 27 de julio de 2010

Autos

-Siéntense chicos. Saquen una hoja. Hoy...

Composición, tema auto. Si el señor Daimler se levantase de la tumba (o del mausoleo, no creo que tenga un nicho en el cementerio de Jay Z Peace) jamás se hubiera imaginado todas las historias que se desatarían alrededor de lo que él mismo denominaba "juguete autopropulsado". Viniendo de una familia más bien proletaria (por que mi viejo era tan pobre que ni ganas de trabajar tenía) es lógico que no hayamos tenido alguno de los productos de la fábrica alemana, si no más bien algo más acorde al tercer círculo del inf... digo, tercer mundo.

A saber, cuando todavía no sabía decir bolu... digo, hablar, recuerdo que andábamos en un blanco y suave 504 GRII (año 83-84 creo). Ése auto guarda una especial importancia para mí pues gracias a su inoperante velocímetro aprendí a calcular la velocidad mirando el tacómetro, después de que le hice hacer una pequeña tabla de cuentas a mi mamá con los valores del manual. Mucho para un chico de 3 años que lo tenía que ver desde atrás a la derecha y que hacía sólo un año y algo que sabía leer. Pero al menos sabía a cuánto íbamos. Siempre que fuéramos en 5ta, claro.

No obstante, era demasiado confort para acostumbrarse, así que tras un confuso episodio del cual únicamente voy a decir que fue la primera vez que no tuvimos que comer (a eso sí hubo que acostumbrarse más tarde), papá vende el Peugeot y se compra una F100 '78 para salir a hacer fletes. Para mí significó la diferencia entre subir al auto y treparse al monte asiento, aparte que no podía abrir la puerta por mis propios medios. Al menos a esta sí le andaba el velocímetro. Y le anda, por que todavía la tiene.

Propulsada por un increíblemente resiliente Perkins 4 (a ver, ví el motor en llamas, al punto de quemarse y cortar la correa, prenderse fuego el alternador, siguiendo por todo el cableado, la bomba de gasoil a punto de salir volando, y viene mi viejo con el matafuego a apagarlo tranquilo como si le estuviera poniendo soda al vino, se extingue la llamarada y el hdp seguía regulando), la chata fue tanto un vehículo de trabajo (nobleza obliga: a veces mi papá trabajaba más para hacerla arrancar que en el flete en sí mismo) como de placer (a medida que nos quedábamos sin un mango nuestras vacaciones se achicaban en distancia y tiempo, más o menos así: dos semanas en Necochea, una semana en Miramar, tres días en Santa Teresita, una tarde en Punta Lara y así).

No obstante salvo dos o tres contratiempos, bah, dos o tres cortaduras de palier (lo único que podía detener su capacidad de carga era la calidad de la soldadura con la que mi papá lo volvía a armar) es un vehículo bastante resistente, no al maltrato, ya que mi papá es capaz de manejar con suavidad un tractor con las ruedas desinfladas, si no a la más absoluta negación de todo tipo de mantenimiento preventivo. Como no podía ser de otra manera, todavía la tiene y sigue surcando las calles del conurbano llevando todo tipo de mercancías para quien así lo solicite, de forma eficiente y sin hacer muchas preguntas. Se rige dentro de un paradigma legal que deja al margen el aburrido papeleo (patente, seguro, certificado con la cara de Moyano, etc) para hacerse amigo de todo tipo de policías, prefectura, gendarmería, policía buenos aires 2 y 3 (no sé cómo hace, la vez que me clavaron a mí me la sacaron por la garganta por tener la VTV vencida 10 días y con turno sacado, y este anda por ahí y no tiene ni el papel higiénico y nunca lo paran). En fin, dejémosle trabajar felizmente.

Párrafo aparte para las dos veces que tuve que manejar su extensión mecánica personal (por que el día que la venda lo va a sentir como si le cortasen una pierna). La primera me calenté con mi vieja (hola ma! te parecía que ésta vez ibas a zafar? jajaja) y procedí a sacar suavemente la camioneta a la calle, fui a la panadería a buscar facturas (era una mezcla de gesto conciliador con born to be wild), volví y más o menos le pegué al cordón. Obviamente mi mamá estaba afónica de gritarme (mis hermanas me contaron que seguía puteando incluso cuando no estaba), y bueno, cuando llegó mi papá fue el momento de buscar escondite. No por que me fuera a pegar, si no por no bancarme otro aburrido sermón paternomaternal. (Al margen, me hubieran pegado duro un par de veces en lugar de decir tantas boludeces y tantas veces. Sobre todo mi vieja. Ya tengo las bolas como un odre y sigo sin entender el "cuando seas grande lo vas a entender".) Pero bueno, la otra vez fue un poco menos tragicómica, bah, evalúen ustedes: Venía el hombre de las cavernas en el troncomóvil detrás del golf de San Isidro, con la ventanilla baja obviamente y no tiene mejor idea que cabecear una pelotita perdida. O sea, la pelota le pegó a el (cómo hizo para estar justo ahí?) y afortunadamente antes de desmayarse logro parar el motor. Sacando que sólo fue un susto (uno grande), había quedado la camioneta ahí, y si bien no es una calle muy transitada tampoco se podía estacionar. Entonces viene el momento donde uno saca la capa de superhéroe (aunque sea para tapar los pantalones cagados): mi mamá me dice "papá quiere que lleves la camioneta a casa". Y yo bueno, fui, agarré las llaves, me subí (mencioné que no tenía registro?) y despacito llevé los 3000 kilos de acero y 100 litros de gasoil a casa sin (muchos) muertos ni heridos.

Bueno, suficiente de sacarle el cuero a otros y a hacerse cargo de las propias cagadas. Mis aventuras involucrando quemar nafta empezaron, como la mayoría, en el inestable estáticamente mundo de las dos ruedas. Es decir, motos! Bueno, no exactamente. Recuerdo que en una de las vacaciones había una pequeña pista de motos, donde (a todo esto tenia 6 años maso nada mas) me pegué un modesto porrazo. Éso me inhibió de subirme a una Honda 50 4 tiempos que mi papá tenía en el fondo de casa por mucho tiempo. Hasta que descubrí que quemar nafta = minitas y sólo faltaba una parte de la ecuación. Aprender a andar en moto, claro. La pequeña maquinita de coser japonesa (puedo decir que andaba en una moto japonesa... a 50 con toda la furia) me llevaba y traía durante los turbulentos años de la secundaria. No obstante lo mejor fue cuando empecé a poder llevar a alguien atrás :) (no, no hablo de compañeros de colegio que me tiraban unos mangos para ser llevados a ciertos lugares donde el bondi generalmente no para) No hubo mucho remarcable, sus ruedas incursionaron por lugares no tan lejanos como Tigre o Tres de Febrero, pero fue un caballito de batalla noble y útil.

Y lo que todos estaban esperando. Sin entrar (otra vez) en detalles, gracias a algunos curritos había juntado unos 800 pesos. Al principio eran para el viaje de egresados, pero debido a que mis compañeros antes que las excursiones estaban mirando donde podían arrojar mi cadáver (bah, no vi planes para matarme, lo cual me dio más miedo aún) decidí con sabiduría bajarme de tal frenesí pre-post escolar y usar mi dinero en algo mejor. En otra de mis recorridas random por el barrio buscando qué hacer para conseguir dinero (o directamente buscando dinero) noté una alteración del panorama habitual. Algo obstruía la entrada al garage de un viejo (definitivamente no simpático). Me acerqué con cara de quien tiene un 29 y no está seguro si pedir truco o quedarse. El destino, o más bien, el viejo resolvió el dilema por mí.

- Que querés pibe?
- Lo vende don?
- Qué?
- Ésto (señalando)
- Eh... mirá de andar anda pero hay que hacerle varias cosas... lo acabo de traer pero no tengo donde meterlo.

Y el momento de bajar las cartas.

- Tengo 800... es todo lo que tengo, pero me lo llevo ya.
- No llegás a 1000?
- Es todo lo que tengo señor
- Mirá pibe... si éste auto vale algo, es por los papeles. Acá tengo cédula, título, todo. Vos cuantos años tenés?
- 17
- Necesitás un adulto para hacer la venta, no te lo puedo dar.
- Le mando a mi papá mañana?
- Yo mañana estoy hasta las cinco, si no aparece nadie, me lo llevo. Problema tuyo. Chau.

Eran las tres y media de la tarde. Veinticinco horas y media para convencer a mi papá de que haga algo, a escondidas de mi mamá y encima que no sabía que él iba a aprobar en sí mismo.

Volví a casa, conté mis cosas... 820 pesos. Nada de billetes de 100 prolijamente envueltos en una bandita elástica. Creo que había 50 pesos en billetes de dos. Ok, dinero estaba. Y me sobraba para comer unos días. Pero había que convencer al viejo. El circuito de mi papá cuando vuelve de un flete es bastante predecible. Entra, va al baño, después a la cocina a comer algo y a hablar con mamá, y por último al cuarto a dormir. Alternativas: agarrarlo antes de que entre a la cocina y llevarlo ese día, o esperar, dejar que mi mamá hable tranquila y agarrarlo en route hacia la cama. Ya que al otro día se levantaba temprano, no habría tiempo para la acción perniciosa y prudente de mamá al grito de "ni en peeeedooooooo".

Como yo todavía tenía que hacer de cuenta que iba al colegio (iba físicamente, o sea, alguien o algo llevaba mis tripas y las dejaba en un banquito, pero mi cerebro ya estaba en otro lado hacía rato, así eran las notas también) el sueño del auto propio colgaba de que mi papá se acordase de hacer algo que prometió el día anterior. Bah, a decir verdad, yo le dije que fuese a ver al viejo que "tenía que hacer algo" y si él interpretó que era trabajo y no ir a firmarme los papeles del auto al registro, problema suyo.

No me aguantaba las ganas y a las 12 lo llamé desde el teléfono público del colegio (teléfonos públicos, puaj). Al sentir su voz entonando fuerte claro "hijo de puta, qué mierda hiciste ahora?" fui invadido por una sensación de misión cumplida... Sólo para confirmar, le pregunté y me dice "sí, te firmé, pero qué es? te vas a armar un karting? sea lo que sea no quiero ver nada tirado acá en casa, entendiste?" a lo cual dejé caer el auricular aliviado.

Volví a casa, le llevé los 800$ al viejo, los contó y me dice "te daría las llaves pero no tiene, sabés manejar ésto?" Le contesté que sí, aunque la pregunta correcta iba sin el "esto" y la respuesta obviamente era que no. Yo no sabía manejar en absoluto, sacando la moto y alguna que otra carrera en el Daytona. Curso aceleradísimo: caja trabada en segunda, soltar embrague muy despacio, auto sale hacia adelante, casi se mete en casa de viejo (que por suerte estaba adentro y creo que no se dio cuenta), rebota hacia atras por la bajada y queda en medio de la calle. Pisar los frenos tenía el mismo efecto que mis levantes en Ku: ninguno. Traté de apuntarle al medio de la calle al menos en posición de circulación y no de "soy un pelotudo que se compró un auto hecho mierda y encima no sabe manejar".

Fueron las cuadras más suicidas de mi vida. En un auto totalmente fuera de control, con una mecánica desconocida y disfuncional en partes iguales, sin saber manejar mas que girando el volante y presionando el embrague hasta que el auto deje de moverse, y haciendo un ruido infernal sin escape, lo fui arrimando geográficamente hacia mi casa. Tenía tal cagazo que para cruzar la avenida me bajé, fui al medio, miré que no venga nadie bien de lejos (por suerte no era hora pico) y pensé "bueno, si me mato voy a ser una especie de james dean", presione a fondo lo que quedaba del pedal de acelerador y pasé casi cerrando los ojos. De ahí fueron 3 cuadras en linea recta, sin más obstáculos que las puteadas de algunas viejas por el ruido.

Hasta que en la línea del capo descubri que se proyectaba mi casa. No sabía si dejarlo al frente, con el consiguiente riesgo de que me lo tiren a la basura por chatarra, o meterlo al fondo, donde tenía el escándalo asegurado. Obviamente, no había que pensar demasiado. Abrí el portón, encaré al fondo, doblé y lo dejé más o menos en la puerta de la línea de la cocina. Desconecto los cablecitos del encendido y cuando se detiene el motor escucho un ruido muy agudo. Algún mecanismo que quedó funcionando? No, era mi vieja que venía gritando "sacá esoooo" desde que lo vio dentro de su casa. Mea culpa, le pisé un par de esas plantas de mierda que tiene en el camino, pero lo importante era que tenía auto y ya estaba en casa!

Obviamente el rosario de blablabla al que ya nos tiene acostumbrados, pero no importa. El auto estaba ahí e iba a estar por mucho tiempo más (parado, por que si hago la lista de lo que no andaba no termino más). De a poco fue recuperando la forma, el color, ruedas de verdad (y no unguentos semisólidos a base de parches y recapadas). La cuestión que después de un tiempo era el feliz poseedor de un 2cv, salido de fábrica el 25 de junio de 1969. Tenía comodidades tales como asientos, calefacción y vidrios. El resto era a gusto de lo que uno quisiera llevar encima.

Sería cruel conmigo y con el auto si me pusiera a contar cosas que me pasaron con/por/en él, principalmente por que seguro mi memoria me traicionaría y dejaría muchas importantes para mí y para otras personas afuera. Voy a reducir todo el anecdotario al viaje a Misiones que hicimos con mi papá y mi tío en semana santa de 2004. A sabiendas de que había (des)armado el auto prácticamente yo solo mi papá tuvo esa genial idea y antes de yo pudiera advertirle que si se había tomado una lata de kerosén había una manguera de lavado de estómago en el botiquín, ya había cargado las cosas (parafraseando a Oscar Wilde, llevó de todo menos lo necesario) y estábamos mirando a lo lejos el puente de Zárate. Diligentemente subio, bajo, sobrevivió varios controles policiales (pregunta típica onda "vienen de buenos aires? con ésto? no jodan"). Los fríos números indican cosas como 3200 km en 4 días de viaje, un auto que vacío pesa 350 kilos y a la vuelta entre todas las cosas que cargamos pesaba 1080, pero otras se les escapan, como un cambio de rulemán "por las dudas" hecho con un tronco (!), descubrir a las dos de la mañana que la nafta tenía agua y tener que purgar el carburador en medio de la oscuridad, colaborar forzadamente con la campaña contra el "picudo algodonero" (yo pensé que por 30 pesos al menos me lavaban el auto, sólo lo hicieron pasar por un charquito de mierda que tenía no sé que cosa pegajosa).

No obstante unos años después me empecé de cansar de viajar a 80 como un boludo así que lo vendí. Bueno la venta no fue tan boluda. Lo compré a 800. Lo vendí a 7500. Fue el peor negocio de mi vida. No hay pila de billetes que pueda comprar lo que se siente estar al volante de un auto que uno conoce de paragolpe a paragolpe. Para peor, no llegué ni a verlo irse. Después de intentar venderlo bastante tiempo, un día llego a casa y no estaba. Pensé que mi papá se había ido, pero tampoco estaba su camioneta. Y (adivinen) viene mi mamá y me dice "se fue tu amigo". Pocas veces mi mamá tuvo tanta razón. Terminé comprando un Duna a gas. Si a alguien se le ocurre algo más insulso y vulgar, por favor que me lo diga. O sea, sí, es un auto, anda, va y viene razonablemente bien, con el gas encima gasta muy poco en combustible... pero no es lo mismo. Igual, ya que estaba, manos a la obra. Bah, no mucho. Al poco tiempo me fui a vivir solo y el auto quedó allá en lo de mis viejos.

A todo ésto, el otro día tuve que traer un lavarropas en el Duna a al depto y fue medio bardo meterlo (mejor dicho, colgarlo) del baúl y atravesar media capital con el coso ése haciendo las veces de balcón blanqueador. Fue un tanto traumático, todos sabemos como son las suspensiones traseras de los Fiat y las no-veredas porteñas (por que son indignas de ser llamadas calles). Obviamente venía manejando mi papá (si hay algo que el hace bien en cualquier estado es manejar, si hay algo que hago mal yo en cualquier estado es manejar), así que la carga llegó a destino relativamente indemne. Aún así, con el 2cv era mucho más fácil. Sea lo que sea que tengas que llevar, empezás a desarmar partes del auto hasta que entre. Vuela el baúl, el techo, las puertas, y así sucesivamente. Todo ésto sin pasar de los 3,7 metros de paragolpe a paragolpe. O no, como cuando llevaba caños de 5 metros, al fondo iban al baúl, y adelante salían peligrosamente por el techo dispuestos a encajarse en algún cable que quedase medio bajito.

Y ahora... me quiero sacar de encima el Duna. Es un bardo tener un auto que es un blanco móvil del choreo (y no, no me guío por lo que diga De Narváez, el Duna parece ser diseñado para ser choreado), andar con el culo entre las manos en todos lados con el seguro, la técnica, que abrís el capó y no sabés qué cosa es cada una, y así. Calculo que un día podré entregarlo por algún billete, o en parte de pago por otra cosa, quien sabe, pero ciertamente no tengo ningún vínculo con él.

En realidad, no quiero manejar más. Me (mal) acostumbré a andar en bus o taxi (según meta la mano en el bolsillo y saque monedas o billetes), acá todo me queda cerca y no se me ocurre qué sería más ocioso que encima tener que pagarle una cochera a un auto que usaré una o dos veces al mes como mucho. Nunca pensé que iba a terminar escribiendo ésto.

jueves, 15 de julio de 2010

Una mamá para Jose plz

Bien

Logré algo imposible: llamar a casa y que mi mamá no me atienda. Pobre mi hermanita que me dice "mamá no está" cuando en el fondo se escuchan ruidos de cosas que ella nunca haría (como el lavarropas prendido).

Te conozco pelotuda! Sé que no salís ni a la vereda. Entregate y aceptá que ésta vez LTA vos también. A llorar con Magdalena...

Mañana les caigo y sé que están ahí, no apaguen la luz ni escondan el auto por que habiendo vivido casi 20 años con ustedes ya me sé todos sus trucos para zafar de parientes/acreedores/matones a domicilio/etc, es más, si no se acuerdan yo fui el autor de varios (je), así que me van a tener que abrir.

Es demasiado bueno para ser cierto, demasiado.

martes, 13 de julio de 2010

Me cago de frío

Sí, simplemente éso: me estoy recagando de frío.

Me doy cuenta que mi lista de cosas para hacer no se termina más. Soy un eterno posponedor (?) de cosas. Todo se puede hacer mañana, pasado, o 30 minutos antes de entregarse. Como mis slides para el trabajo, los papeles para la inmobiliaria, etc.

En realidad muchas veces pasa que tengo que hacer algo y no se me cae una idea. No, realmente. Es curioso que a veces piense en un montón de cosas simultáneamente, pero que ninguna me sirva ni remotamente para lo que estoy haciendo. Entonces tengo que parar, reacomodar mis ideas y ver si alguna de las nuevas sirve. Y así hasta encontrar algo que zafe (no importa si es una burrada o una delicatessen cerebral).

Ahora es tiempo de probar qué tan leales son mis súbditos (de aca en adelante, amigos), para eso puedo

a) Hacer que sean más amigos míos
b) Hacer que sean más enemigos de mis enemigos

Obviamente nuestra consultora se especializa en la b, de una. Total, nunca fui demasiado sociable y en cambio sí un excelente generador de bardos, piñas y afines, con una capacidad notable para poder retirarse por sus propios medios de cualquier escenario. Siguiendo con el razonamiento, podemos tomar dos cursos de acción también para establecer límites.

a) Ver quiénes son ser amigos y darles una mano para darle masa a los enemigos
b) Ver quiénes son enemigos y revolearles a los amigos por la cabeza

Otra vez me inclino (y los presentes aquí están de acuerdo) por la segunda. Por que los amigos en este caso pueden arrepentirse, o sea, no disparan, no presionan el botón que dice "bomba atómica", no saben abrir una garrafa, en fin, una manga de emos. Entonces una vez que están en el aire, por más que intenten darse vuelta a lo Cobos, no van a poder hacerlo (a menos que tengan alas, cosa que dudo seriamente). Irremediablemente harán blanco sobre el objetivo aunque se hayan dado cuenta que sólo son instrumentos de terror. Digo, de la justicia. Bah, de alguna forma de violencia, los rótulos se los pone el vencedor, que espero ser yo.

Una más. Hay dos tipos de enemigos: los pelotudos, y los pelotudos con poder. Si bien no difieren mucho en su funcionamiento interno, una cosa es robarse un Dodge 1500 y la otra querer tomar por asalto la máquina de golosinas del Pentágono. Con lo cual (y dada la no-abundancia de recursos, que hace que sólo le podamos dar de a uno a la vez) hay que elegir uno de los dos tipos. Veamos:

a) Pelotudo estándar: Fácil de golpear, pero poco efecto en la situación general.
b) Pelotudo con poder: Difícil de acceder, en recompensa, si le llegás a dar pueden caer varios pelotudos estándar que estén bajo su dominio.

Dado que los riesgos son más o menos similares, sería bastante pelotudo ir matando hormigas de a una. Aunque los costos de un ataque frontal al pelotudo con poder sean altos, haciéndose necesaria una estrategia de corrosión de su base de apoyo, y eventualmente tener que aplicar precisión quirúrgica para remover cualquier cosa que se interponga en el medio, a la larga es más rentable que ir liquidando los peones de a uno.

Mañana sigo con mis diatribas, por hoy suficiente.

Ay este caloventor de mierda otra vez se cagó... brrr...

miércoles, 7 de julio de 2010

La valentía de disparar de lejos




The Bravery Of Being Out Of Range (Waters)


You have a natural tendency
To squeeze off a shot
You're good fun at parties
You wear the right masks
You're old but you still
Like a laugh in the locker room
You can't abide change
You're at home on the range
You opened your suitcase
Behind the old workings
To show off the magnum
You deafened the canyon
A comfort a friend
Only upstaged in the end
By the Uzi machine gun
Does the recoil remind you
Remind you of sex
Old man what the hell you gonna kill next
Old timer who you gonna kill next
I looked over Jordan and what did I see
Saw a U.S. Marine in a pile of debris
I swam in your pools
And lay under your palm trees
I looked in the eyes of the Indian
Who lay on the Federal Building steps
And through the range finder over the hill
I saw the front line boys popping their pills
Sick of the mess they find
On their desert stage
And the bravery of being out of range
Yeah the question is vexed
Old man what the hell you gonna kill next
Old timer who you gonna kill next
Hey bartender over here
Two more shots
And two more beers
Sir turn up the TV sound
The war has started on the ground
Just love those laser guided bombs
They're really great
For righting wrongs
You hit the target
And win the game
From bars 3,000 miles away
3,000 miles away
We play the game
With the bravery of being out of range
We zap and maim
With the bravery of being out of range
We strafe the train
With the bravery of being out of range
We gain terrain
With the bravery of being out of range
With the bravery of being out of range
We play the game
With the bravery of being out of range

martes, 6 de julio de 2010

Que se vayan los K

Hace un tiempo, en medio del debate por la ley de Medios, una señora en el trabajo me dijo "no importa, total en dos años se van", visiblemente ofendida por la aprobación de la misma.

Hoy esas palabras volvieron a retumbar en mi cabeza con la frescura de lo podrido.

Pensándolo bien, a veces quisiera que se vayan los K. Y que se vayan ahora. Por que, es feo darse cuenta que estás rodeado de hijos de puta y pelotudos. No todos, pero varios, y la mayoría no hace nada para detenerlos tampoco. Mucha gente que hasta hace poco le tenía cierta estima ahora no la puedo ni mirar a los ojos de la repulsión. ¿Por qué? ¿Era necesario todo ésto? ¿A quién le importa que los putos se casen?

Vuelvo a mi caverna ideológica de pensar que estamos mal, muy mal como sociedad. Me disculpan por favor, pero es el único lugar donde me siento seguro.

Y lo otro quedará para mejor momento. O para una mejor sociedad. Ésta evidentemente no se lo merece.

Saludos