martes, 13 de julio de 2010

Me cago de frío

Sí, simplemente éso: me estoy recagando de frío.

Me doy cuenta que mi lista de cosas para hacer no se termina más. Soy un eterno posponedor (?) de cosas. Todo se puede hacer mañana, pasado, o 30 minutos antes de entregarse. Como mis slides para el trabajo, los papeles para la inmobiliaria, etc.

En realidad muchas veces pasa que tengo que hacer algo y no se me cae una idea. No, realmente. Es curioso que a veces piense en un montón de cosas simultáneamente, pero que ninguna me sirva ni remotamente para lo que estoy haciendo. Entonces tengo que parar, reacomodar mis ideas y ver si alguna de las nuevas sirve. Y así hasta encontrar algo que zafe (no importa si es una burrada o una delicatessen cerebral).

Ahora es tiempo de probar qué tan leales son mis súbditos (de aca en adelante, amigos), para eso puedo

a) Hacer que sean más amigos míos
b) Hacer que sean más enemigos de mis enemigos

Obviamente nuestra consultora se especializa en la b, de una. Total, nunca fui demasiado sociable y en cambio sí un excelente generador de bardos, piñas y afines, con una capacidad notable para poder retirarse por sus propios medios de cualquier escenario. Siguiendo con el razonamiento, podemos tomar dos cursos de acción también para establecer límites.

a) Ver quiénes son ser amigos y darles una mano para darle masa a los enemigos
b) Ver quiénes son enemigos y revolearles a los amigos por la cabeza

Otra vez me inclino (y los presentes aquí están de acuerdo) por la segunda. Por que los amigos en este caso pueden arrepentirse, o sea, no disparan, no presionan el botón que dice "bomba atómica", no saben abrir una garrafa, en fin, una manga de emos. Entonces una vez que están en el aire, por más que intenten darse vuelta a lo Cobos, no van a poder hacerlo (a menos que tengan alas, cosa que dudo seriamente). Irremediablemente harán blanco sobre el objetivo aunque se hayan dado cuenta que sólo son instrumentos de terror. Digo, de la justicia. Bah, de alguna forma de violencia, los rótulos se los pone el vencedor, que espero ser yo.

Una más. Hay dos tipos de enemigos: los pelotudos, y los pelotudos con poder. Si bien no difieren mucho en su funcionamiento interno, una cosa es robarse un Dodge 1500 y la otra querer tomar por asalto la máquina de golosinas del Pentágono. Con lo cual (y dada la no-abundancia de recursos, que hace que sólo le podamos dar de a uno a la vez) hay que elegir uno de los dos tipos. Veamos:

a) Pelotudo estándar: Fácil de golpear, pero poco efecto en la situación general.
b) Pelotudo con poder: Difícil de acceder, en recompensa, si le llegás a dar pueden caer varios pelotudos estándar que estén bajo su dominio.

Dado que los riesgos son más o menos similares, sería bastante pelotudo ir matando hormigas de a una. Aunque los costos de un ataque frontal al pelotudo con poder sean altos, haciéndose necesaria una estrategia de corrosión de su base de apoyo, y eventualmente tener que aplicar precisión quirúrgica para remover cualquier cosa que se interponga en el medio, a la larga es más rentable que ir liquidando los peones de a uno.

Mañana sigo con mis diatribas, por hoy suficiente.

Ay este caloventor de mierda otra vez se cagó... brrr...

No hay comentarios:

Publicar un comentario