Hasta ahí todo bien. El problema es cuando las boludeces que uno dice terminan siendo verdad. O peor aún, empiezan siéndolo. Entonces uno se siente medio vacío respecto al verdadero propósito de la boludez. O sea, si yo cuento que puse el caldito knorr con el envoltorio de aluminio, era un chiste pelotudo o realmente pasó?
Así que hago la presentación del concepto de "casi realidad". O sea, esas cosas que están en el límite de lo imaginable por quien las cuenta y creíble por quien las escucha. Tengo una lista larga y no voy a empezar ahora, pero creo que la lista es más bien personal, dado que las fronteras de la credulidad varían considerablemente entre personas.
De por sí no es nada malo, a menos que la lista pase a ser más extensa que la de certezas o fakes, entonces ahí sí es cuando uno debería llamar al prosam(*) para conseguir su dosis diaria de calmantes.
Por que de éso se trata.
(*): Servicio de "salud mental" de cierta obra social a la cual no le pienso hacer propaganda.
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