martes, 10 de agosto de 2010

Preguntas vs Respuestas

Hola

La mayoría de la gente busca respuestas. De dónde venimos, a dónde vamos, cuándo pasa el último subte de la línea A por Once, cosas por el estilo. Totalmente mundanas, preempaquetadas ya sea desde el último de Stamateas hasta en el manual del router WiFi que acabamos de comprar y que a nosotros se nos revela como un códice romano mientras que nuestro sobrino de 5 años lo ignora completamente, conecta dos cables y lo saca andando raudamente. Es un mundo limitado, cerrado casi por definición. Su ideal es un hombre que lo sepa todo. O al menos una máquina con Google cerca para hacerse el banana si no sabemos cuándo empezó la Primera Guerra Mundial. Entonces todos sabemos todo, el igualitarismo totalitario llevado al extremo de cualquiera con una habilidad mental ligeramente superior a la mínima. No le quita mérito a los que hacen cosas copadas desde ésa postura, que los hay y muchos, y mucho menos haría justicia si no reconociera que definitivamente éste no es mi campo de acción más favorable. Nunca fui ni creo que vaya a ser el mejor en nada. No es algo que me quite el sueño, pero a veces ajustarse al estándar es particularmente molesto, si no doloroso.

¿Qué nos queda a los preguntones? ¿Qué es ésto? ¿Cómo se hizo? ¿A quién se le ocurrió? Las preguntas en sí mismas brindan una posibilidad de apertura que pronto traspasa los límites del paradigma de respuestas cerradas y permiten explorar regiones del pensamiento que hasta entonces permanecían simplemente vedadas a la exploración por la mera distancia. Hasta acá muy romántico incluso, el explorador victoriano contra los elementos hostiles del clima (que acá vendría a ser el pensamiento convencional, más conocido por el "no se puede/no se debe"). Todo muy lindo hasta que te das cuenta que el mundo está hecho para respuestas, no para preguntas. Las tareas escolares consisten en ensamblar tediosos y generalmente inútiles trabajos prácticos, así como los exámenes consisten simplemente en memorizar un pequeño grupo de conocimiento y reproducirlo lo mejor que se pueda. Como para que uno ya desde chico aprenda cómo viene la mano.

Poco, si no es que ningún espacio se brinda para el desarrollo de la curiosidad, la cual lógicamente se atrofia con el paso de los años. Por si a alguno le quedaba alguna duda, con la excepción de algunos artistas o científicos, la mayoría de los trabajos son máquinas choriceras de respuestas sin la menor tolerancia a la reflexión. Lo cual resulta en que uno aparece en un sistema construído totalmente a contra-medida de uno. Sé que en mi trabajo nadie me va a comentar algo bueno si hago una pregunta interesante, aunque pueden ponerse felices fácilmente por mostrarles como propia cualquier boludez recién sacada de alguna página cortesía del buscador omnipresente.

Entonces el desafío tiene un planteo simple pero que esconde una complejidad horrorosa: ¿Cómo vivir a contramano del mundo? ¿Hay alguna forma fácil de convertir las preguntas en respuestas y viceversa, con la suficiente rapidez como para no quedar como un boludo? Cuestiones cómo éstas buscan, lógica pero inexplicablemente, otra serie de preguntas para terminar de armar el esquema, y así sucesivamente en cada uno de los que lo sienten así, todos los días.

¿De qué vale una respuesta sin la pregunta correspondiente?

Saludos

No hay comentarios:

Publicar un comentario